martes, 6 de noviembre de 2007

PARA QUERER A VENEZUELA PARTE III


FOTO: Pico Espejo.

LLegamos a la casa de Jaime, almorzamos y de nuevo bajamos a Mérida para cumplir con las pautas establecidas. La esposa de Jaime vino con nosotros.
La reunión en El PAT fue muy interesante. Hay muchos planes por realizar por parte de esta gente y desean sean publicados en nuestra revista.
De allí, pasamos a El Spa La Sevillana. Como ya les comenté, este Spa queda hacia La Azulita, al final de la montaña práticamente. Subimos y subimos y subimos hasta que por fin llegamos. LLegué a pensar que estabamos perdidos. Pero no fue así. El propietario salió de inmediato a atendernos y nos paseó por todo el Spa. Nos mostró las habitaciones, las cuales tienen todos los servicios que una persona pueda desear. Si quiere los usa y si no, es lo mismo. También nos enseñó la sala de jacuzis, y la de masajes. Nos explicó los tipos de servicios que se dan en esas salas.
Este Spa está enclavado en plena montaña. La tarde era de lluvia, esa lluvia que no para pero tampoco termina de caer. Pero asi mismo hicimos un recorrido por las caminerías que tiene el spa. Quienes nos condujeron por las caminerías fueron dos perros espectaculares. Un pastor ovejero, de esos que tienen los ojos tapados por una cortina de pelos, era de gran tamaño y es el jefe de los paseos por la montaña. Y el otro era un Puddle, recojido de la calle, enfermo y maltratado y que allí, en el Spa, lo curaron y hoy en día el perrito agradece los cuidados que le prestaron de la manera que un animalito como estos lo puede hacer: siendo fiel y obediente, aunque usted no lo crea. En el camino pudimos observar distintos tipos de aves y el propietario nos comentó que mucha gente venía al Spa a observar aves. Caminamos y caminamos hasta llegar a la cima: ¡que espectáulo! Gerard, el propiertario nos había dicho que nos ibamos a llevar una grata sorpresa cuando alcanzáramos la cima, y así fue. Teniamos ante nuestros ojos la vista más impresionante que habiamos podido ver en nuestras vidas: nada más y nada menos que EL PARQUE SIERRA NEVADA Y EL PÁRAMO MUCUCHIES al frente de nosotros y a nuestras espaldas, EL PICO BOLIVAR. ¡guaoooo! ¡Esto hay que verlo! ...contarlo es muy dificil.
Regresamos de tan espectacular experiencia y en la casa nos prepararon bebidas tal y cual como las pedimos cada uno de nosotros. Me explico: Es ley en este Spa complacer a los residentes con sus pedidos. Jaime quería tomar café caliente. Luisa F. quería tomar te verde, la esposa de Jaime quería te normal y Yo queria un carajillo, o sea, café con brandy. Y fuimos complacidos. Y como lo dije anteriormente es ley en el spa satisfacer los deseos de los clientes. La gente que va a pasarse unos días en este local disfruta de lo que quiere. Ordena la comida que desea comer, al igual que las bebidas. Si quiere leer, o si quiere oir música, o mejor, si sabe tocar algún instrumento y desea hacerlo, hay salones para eso. Si quiere ver televisión, hay una sala para eso. La idea es que el cliente haga lo que le de la real gana. Es para eso que se hizo este Spa. Lo recomiendo ampliamente: SPA LA SEVILLANA, en Mérida, via La Azulita, subiendo por donde está el Hotel Prado Rio. Disfrutenlo, es una experiencia verdaderamente única.
De aquí pasamos al Restaurant La Abadía. Ya habia caido la noche. Nos estaban esperando los propietarios del Restaurant, una pareja muy joven y sencillamente agradables. Nos sentamos a conversar un poco y Luisa F. empezó a sentir escalofrios. Pidió ir al baño y en el camino sintió que la veían. Entró al baño y salió en un santiamen. Y comentó con los propietarios lo que había sentido. Y ellos corroboraron que a mucha gente le sucede lo mismo. Que este local fue antiguamente la residencia de los curas y monjas de la iglesia de Mérida y dicen que hay tesoros enterrados en esa casa. Y que a veces, ellos, los propietarios, sienten como si hubiera gente rezando en los cuartos de abajo, y otro de los socios nos contó que una noche tuvo que quedarse porque no tenia llaves para cerrar el local y sintió que alguien pasaba repetidas veces por el frente de la ventana del cuarto donde él estaba trabajando. También nos contaron que hay clientes que no han podido resistir estar en el restaurant, pues han visto sombras en algunas de las salas del restaurant. Asi que este misterio forma parte de la atracción del Restaurant La Abadía. Se los recomiendo, pues la comida es excelente. Tomamos algunas fotografías y luego nos fuimos a cenar, ya cansados de trabajar.
Regresamos a la casa de Jaime y nos fuimos derechito a la cama.
Mañana será otro día.

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