lunes, 1 de octubre de 2007
ASI ES LA VIDA...
¿Cuantas veces nos encontramos a una persona que conocemos y luego de saludarnos tan rápido como la ocasión lo amerita, nos despedimos prometiéndonos mutuamente vernos lo más pronto que podamos?
Muuuuuuuuuuuuuuchaaassss veces. Y no es que lo digamos por salir del paso. Sólo que el mismo ritmo de la vida, muchas veces, no nos deja cumplir con las cosas que ofrecemos.
Hace más de 5 años que estoy sintiendo un gran deseo de viajar a Maturín, capital del Estado Monagas, de donde proviene gran parte de mi familia y por infinidad de motivos he ido aplazando el viaje. ¡Hay tanta gente que deseo ver! que viven allá en Maturín, con las que de vez en cuando hablo, y les vuelvo a repetir "que estoy a punto de ir a verlos" y zuaaaas, algo imprevisto me saca de mis propósitos.
Amigos de la infancia, amigos de la madurez, familiares que todavía viven allá, y digo todavía porque la mayor parte de mi familia se mudó para Caracas, capital de Venezuela, y a los cuales tengo años que no he visto.
Por cosas del destino, tuve que vivir y estudiar mi primer año de bachillerato, allá en Maturín. Tengo recuerdos inolvidables de ese momento de mi vida. Algunos, maravillosos, y otros no tan gratos, pero que de una u otra forma forman parte de mi vida y de mi experiencia.
En el año 67 regresé a Caracas y desde ese entonces, prácticamente no volví a Maturín.
Recuerdo que en los carnavales del año 1985, aproveché la ocasión de acercarme un momento a Maturín. Mis hijos y mi madre estaban pasando unos días de vacaciones en la casa de mi tia Toña, hermana de mi madre, y como Yo andaba por los lados de Puerto Píritu, le dije a mi novia Viviana, que quería llegarme hasta Maturín. Tenía mucho tiempo sin ver a mi tia y en efecto, así lo hicimos. Nos pasamos dos días allá.
Luego años más tarde, fui en dos oportunidades, pero no tuve el tiempo disponible para visitar a mi familia ya que fui por cuestiones deportivas. Eran viajes de ida y vuelta. LLegábamos, jugábamos y nos regresábamos.
La semana pasada, el día 27 de Septiembre, a la 1 PM, falleció mi tia Toña. Y fue en ese preciso momento cuando nos encontramos esa gran familia que formamos y que está dispersa por el territorio nacional.
Y cuando digo familia los inmiscuyo a todos, familiares y amigos que son como nuestras propias familias,.
Gente que no veía hacía más de 20 años. Otras que no veía hacía casi 40 años y de quienes me llevé la más grata impresión.
Dentro de toda la tristeza que albergaba en nuestros corazones, tuvimos momentos de verdadera alegría. Ver a toda esta gente, sentirlas, tocarlas, conversar con ellas, saber de sus vidas y de sus familias, lo que han hecho, lo que han vivido, y saber que siguen siendo personas con un corazón tan grande que trasciende sus propias vidas es para sentirse llenos de orgullo, al saber que de una u otra manera uno forma parte de sus vidas.
Es muy triste que una ocasión como esta sea el momento para reencontrase con viejos amigos, con familiares que tenemos tiempo sin vernos, por que por más que hablemos, por más que quisieramos saber de ellos y viceversa, la ocasión nos absorve y la tristeza de saber que uno de nosotros ya no está, nos limitan, nos impiden demostrar ese inmenso amor, ese inmenso cariño que llevamos guardados muy dentro de cada uno de nosotros.
A mi tia Toña, un ser humano extraordinario, que siempre tuvo ocasión para darnos consejos sabios, de ese tipo de consejos que se han ganado con la experiencia de la vida y con el amor demostrado hacia todas aquellas personas que pasaron por su vida, que Dios la tenga en su gloria. Y es que no podía ser de otra manera, pués su madre, mi abuela Petra, a quien se puede definir con una sola palabra, la crió, la educó y la formó como ciudadana, precisamente con esa palabra tan hermosa, que es la esencia de la vida: AMOR.
A todas esas personas que tuve nuevamente la oportunidad de ver, después de tanto tiempo, no tengo más que decirles que siempre las he llevado en mi corazón, que aunque pase el tiempo y vivamos lejos unos de otros, siempre guerdaré el más hermoso recuerdo de todos ellos y que sólo le pido a la vida me dé una oportunidad para compartirlo con todos y cada uno de ellos.
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