martes, 18 de marzo de 2008

KARL WEIDMANN


Hola amigos, hoy quiero hacer un pequeño homenaje a Karl Weidmann. Quizás algunos de ustedes se preguntarán: ¿Quien será ese señor? Pues ese señor ha fallecido de la manera menos esperada. Lleno de vida. ¡Y que vida la de Karl!
Karl Wiedmann llegó a Venezuela en el año 1946, tenía alrededor de 20, 22 años años de edad, después de la segunda Guerra Mundial.
Nos contaba Karl que desde niño sintió una gran curiosidad por conocer La Selva. Y eso se propuso. Escribió a varias embajadas solicitando los requisitos para viajar. Y fue Venezuela el País que le respondió. Le dijeron que abriera una cuenta bancaria en el Banco Industrial de Venezuela, y así lo hizo. Entonces, compró su pasaje y llegó a nuestro País por Puerto Cabello.
Desde ese momento, todo su ser se entregó de lleno a buscar la manera de ir a la selva venezolana. Una de sus anécdotas que siempre recordaba era aquella cuando bajó del barco: Decía Karl que compró "la pera más grande y hermosa que jamás había visto, pero no pudo comerla pues resultó un aguacate". Igual le sucedió con el cambur más grande que había visto en su vida, pero era un plátano. Desde ese momento hasta el día jueves pasado, 13 de Marzo de 2008, Karl se dedicó a recorrer Venezuela. Y lo más anecdótico de Karl, era que lo hacía solo, en un Kayak y con 100 bolívares en el bolsillo. Las fotografías más hermosas, los documentales más descriptivos sobre Venezuela los hizo Karl. Y estos trabajos le dieron la vuelta al mundo. Podemos encontrar en cualquier librería del País sus libros sobre El Salto Ángel: Karl no dejaba de maravillarse cada vez que tenía la oportunidad de viajar y ver El Salto Ángel. Nos contaba que cada vez le atraía más y más. Que cada vez que veía el Salto, era una experiencia distinta. También podemos encontrar libros de Karl sobre La Gran Sabana, Canaima, aves, Páramos, ríos, culturas indígenas nuestras, nuestros llanos.
Más de 50 años dedicado a esa labor tan hermosa como pocos venezolanos hemos hecho.
Karl nació en Suiza. Y me contaba su hijo Ralph que cuando Karl vio por primera vez el Orinoco no lo podía creer; acostumbrado a los riachuelos de Suiza, nunca pensó que existiera algo tan grande y tan imponente.
Vivió como quiso, amando la naturaleza, pero por sobre todo, amando a VENEZUELA.
En una de sus charlas, haciendo una presentación de un documental sobre la selva venezolana, conoció a una joven alemana, que estaba en Venezuela de vacaciones. Y surgió el amor. Esta joven de nombre Gisela contrajo matrimonio con Karl y ambos comenzaron a recorrer Venezuela, convirtiéndose Gisela en su fiel compañera y acompañante. La luna de miel la pasaron en la selva.
Karl supo sortear cualquier cantidad de peligros en la selva. Y en sus aventuras por esos confines del mundo, siempre pensaba en que si algo le llegara a suceder, quien se iba a enterar??? Pues siempre andaba solo.
Y estando en su casa, en unión de su familia, cuidando sus matas y sus flores, resbaló por una escalera...
Dios debe tener un espacio muy especial para ti Karl. Pocas personas han tenido el privilegio de haber conocido a Venezuela, tierra bendita por Dios, como la conociste tú.
Nos queda tu recuerdo, tus anécdotas, la experiencia que supiste compartir con nosotros, la calidad de ser humano que siempre fuiste y el dolor de haberte perdido tan inesperadamente.

1 comentario:

Jesús Bermúdez H dijo...

Leí "Relatos de un trotaselvas" de Karl Weidmann, libro que me presto un gran amigo que conoce de algunas de mis aventuras y que estoy escribiendo, me identifico con Karl, la fotografía de la naturaleza, sus andanzas y su amor por la salida al aire libre sin rumbo fijo y la naturaleza. Leí varios escenarios varias vaces. Deberían hacerle un tributo a su amor a la naturaleza.